La relación entre obesidad y pobreza a menudo pasa desapercibida, pero este tipo de malnutrición se ha convertido en un problema global. Se ha incrementado de forma alarmante entre niños en edad escolar y adultos y, según la OMS, una de cada ocho personas en el mundo la padece.
En España, cerca de 8 millones de personas presentan exceso de peso, especialmente en el caso de los hombres, tanto en adultos como niños y adolescentes. Se consumen más alimentos con alto contenido calórico y se lleva una vida más sedentaria. Unos factores que se ven agravados en el caso de las familias con rentas bajas para los que el acceso a alimentos de calidad y actividad física es desigual.
Jesús perdió su negocio a raíz de la pandemia. Desde entonces, no ha logrado conseguir trabajo a causa de la depresión que le diagnosticaron, que se suma a una leve discapacidad física que está esperando a que se la reconozcan. Ha tenido que volver a casa de su exmujer en un municipio al sur de Madrid, donde vive junto a su hija. La subida de precios le ha obligado a limitar la lista a la hora de hacer la compra. "Pocas veces comemos pescado fresco o ternera. Ahora optamos más por el cerdo o el pollo y por productos más procesados, ya que están más baratos. Hoy en día comer sano se ha vuelto un lujo"", explica.
Este autónomo reconoce que en los últimos años ha empeorado su alimentación. Ahora tiende a comer más dulces y ya no hace tanto ejercicio como antes, por lo que ha cogido algo de peso.
Listas de la compra cada vez más limitadas
Mientras que entre la población general, un 6,4% no dispone de recursos suficientes para una alimentación adecuada, la tasa de pobreza alimentaria aumenta a un 20% en las familias de menor renta, según los últimos datos del INE. El precio general de los alimentos es ahora un 30% más elevado que a comienzos de 2021. Hacer la lista de la compra es cada vez más caro.
La escasez de recursos económicos conduce a estrategias de compra que priorizan alimentos refinados y ultraprocesados en lugar de productos frescos. Esta elección, combinada con la falta de actividad física, resulta en una doble carga de malnutrición: obesidad y deficiencias de nutrientes esenciales como vitaminas A, C y D, así como minerales como calcio, hierro y zinc. A largo plazo, esto aumenta el riesgo de enfermedades asociadas con la obesidad, como la diabetes y los problemas cardíacos.
A esto se suma el aumento de los precios de la vivienda, especialmente en entornos urbanos, lo que provoca que se deje de lado la alimentación para poder cubrir otros gastos. Esta situación también les preocupa a Germán y Valentina, dos jubilados que llevan viviendo casados desde hace 50 años en Parla. "Hay mucha gente hoy en día que prefiere pagar la luz y la renta antes que preocuparse por lo que comen. Miramos el bolsillo y es normal", relata Valentina, quien también destaca que esta situación de precariedad la observa en personas mayores.
La carencia económica puede inducir estrés y ansiedad, promoviendo el consumo de azúcares y ultra procesados, según la FAO. Jesús, enfrentando esta situación, admite su dependencia a los dulces, agravada por la atracción hacia los productos más baratos con aditivos que los hacen más sabrosos. Hace dos años, el médico le limitó las cantidades de consumo, pero ahora lo ha dejado de lado. "Con todo lo que tengo en mente y las pruebas que me continúan haciendo, solo me falta tener que preocuparme por esto", añade.“"Hay mucha gente hoy en día que prefiere pagar la luz y la renta antes que preocuparse por lo que comen"“
Un estilo de vida marcado por la falta de tiempo
La OMS señala que, además de la mala alimentación, la obesidad se ve impulsada por la reducción de la actividad física debido a trabajos sedentarios, nuevos medios de transporte y urbanización creciente. Este escenario se refleja en la experiencia de Marcelina, quien recientemente se mudó a España para trabajar como cuidadora interina. Sus horarios agitados la llevan a depender de comidas preparadas, "Tiro muchas veces de platos precocinados o ensaladas que te vienen ya hechas y que me pone directamente la empresa. Sé que no es lo más sano, pero no tengo mucho tiempo", subraya.
Los ritmos frenéticos de trabajo, también ocasionados por una sociedad de la inmediatez y la falta de desconexión, hacen que las personas opten más por lo fácil y no tanto por lo sano. "Hoy en día vivimos con mucho agobio y optamos por lo más inmediato. Por ejemplo, pedir comida a domicilio o comprar lo precocinado", comentan los expertos nutricionistas de la Clínica Conty.
Además, la falta de actividad física es alarmante: según el INE, 11 millones de personas en España no practican ejercicio físico, una tendencia más pronunciada entre aquellos con menos recursos. Los barrios menos favorecidos suelen carecer de espacios verdes y zonas recreativas accesibles sin coste, intensificando aún más el problema.
Marcelina, quien solía bailar para mantenerse en forma, ha dejado de hacerlo desde que llegó a España debido a la falta de tiempo y dinero. Tampoco encuentra espacios donde vive para poder ejercitarse.
La obesidad infantil se agudiza en España
La obesidad infantil en España es una de las más altas en la Unión Europea, con graves implicaciones para la salud, como fracturas, hipertensión y problemas cardiovasculares y psicológicos. Un estudio de Save The Children revela que el 32,5% de los niños de hogares de renta baja sufren este problema, en comparación con el 19% de aquellos de familias más adineradas. Esta disparidad se traduce en carencias que van desde dificultades para mantener una dieta equilibrada hasta limitaciones para participar en actividades físicas.
Los hábitos sedentarios, impulsados por el uso de tecnologías digitales, también contribuyen al problema. "Los niños juegan cada vez más dentro de sus casas con estos dispositivos y dejan de tener tanto ocio en el exterior o haciendo actividades que requieren mayor gasto energético", detalla la nutricionista en Alimentación 3S Sandra Ruiz. Una tendencia agravada por los contenidos consumidos en línea, que a menudo viralizan alimentos poco saludables.
Además, la creciente presencia de comida rápida en España, percibida como una opción más económica, ha aumentado. La nutricionista Alicia García recuerda cómo esta cultura ha evolucionado, con más niños celebrando sus cumpleaños en estos establecimientos en comparación con décadas anteriores. A esto se suma factores como la contaminación ambiental, el nivel económico y las condiciones culturales y educativas del entorno, que también influyen en la situación.
"En muchos comedores, y no porque los cocineros sean malos, se tiende a los productos más baratos para economizar", explican desde Conty. Sobre esta tema también incide Jesús, quien destaca que se opta por contratar empresas de cáterin con menús basados en alimentos de menor calidad y valor nutricional.
Desestigmatización y políticas integrales
Albert Lecube, endocrino y vicepresidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad, enfatizó en una entrevista con RNE la importancia de abordar la obesidad de manera integral, desculpabilizándola y reconociéndola como una enfermedad. "Muchas veces culpabilizamos a los pacientes cuando hay evidencias de que son varios mecanismos los que promueven este aumento del tejido adiposo", afirmó.
En este contexto, clínicas de nutrición como Alimentación 3S se esfuerzan por normalizar la relación de las personas con la comida, fomentando hábitos alimenticios saludables y enseñando a comer de manera equilibrada. Por otro lado, en clínicas como la de Conty buscan alternativas saludables y económicas para todos los bolsillos.
"Por ejemplo, metiendo productos como las legumbres, ya que son alimentos muy completos en cuánto a nutrientes y ricos en hidratos de carbono, proteína y fibra. También es el caso del pescado en conserva y los huevos", detalla Sandra Ruiz.
Sin embargo, los expertos continúan defendiendo la necesidad de implementar políticas integrales que aborden tanto los factores económicos como los relacionados con la salud. Medidas como fomentar el acceso a alimentos frescos y nutritivos, regular la publicidad, especialmente en el caso de los niños, promover estilos de vida activos mejorando las infraestructuras, educación nutricional desde edades tempranas, así como la colaboración intersectorial para llevar a cabo estrategias más efectivas.